Uno de los objetivos fundamentales de la historia patriarcal siempre ha sido el de castigar y domesticar a las mujeres, llegando incluso a patologizarlas con el fin de anularlas por completo. Por esta razón, la construcción simbólica del cuerpo de las mujeres siempre ha tenido una relación muy estrecha con este tipo de opresiones y violencias.
Ante esta situación, filósofas como Susana Carro Fernández abogan por la necesidad de generar y construir no solo nuevas epistemologías femeninas, sino también éticas e incluso estéticas que transformen las denigrantes categorías con las que, a lo largo de la historia, se han conceptualizado las experiencias de las mujeres, especialmente con respecto a sus cuerpos, sus emociones y, en consecuencia, su capacidad de acción, identidad y autodeterminación. Ello explica que se haya ejercido una violencia estructural y sistemática a través de mecanismos como son la imposición de narrativas que nos reducen a seres totalmente dependientes y pasivos, llegando incluso a correlacionar lo femenino con lo patológico.
Afortunadamente, tal y como subraya la ponente, desde una perspectiva de género, algunas mujeres artistas han convertido disciplinas, como el arte, en espacios de resistencias. Así, Nancy Spero, Judy Chicago y Hannah Wilke, entre otras, han reconfigurado nuestros cuerpos como territorios de lucha a partir de la apertura de nuevos espacios para la agencia femenina y, por ende, a través de una revalorización feminista de nuestra identidad, autonomía y sintiencia. No obstante, al igual que subraya Susana, estas herramientas han sido, por supuesto, constantemente invisibilizadas e incluso, deslegitimadas, por lo que hemos de abogar también por elaborar genealogías que nos permitan articular la creación de nuevas agencias femeninas, sin la necesidad de partir desde el marco patriarcal que tanto nos ha castigado como mujeres.
Si, realmente, queremos avanzar en este camino tan arduo, no nos podemos contentar con desmontar las narrativas patriarcales, sino que hemos de reescribir otro tipo de narraciones en las que nuestros cuerpos y agencias no sean expropiados y anulados. En definitiva, la estética de la resistencia de género no debe ser entendida como una mera forma de lucha, sino que debemos construir, desde una perspectiva feminista, un arte que vaya más allá de una reinterpretación del sistema imperante hasta el punto de que sea capaz de desgarrar, desmantelar y transformar radicalmente la realidad.
Abel Pérez Pazos realiza una crítica filosófica detallada de la teoría butleriana de la performatividad, centrándose en una tensión interna en su concepto de agencia. Por esta razón, sostiene que Butler presenta dos definiciones contradictorias de esta. Pues, de forma explícita, la define como espontánea e independiente del sujeto, pero al mismo tiempo, en algunos de sus pasajes de manera más implícita, se puede inferir que la entiende como parcialmente consciente e incluso situada en contextos específicos.
Esta aporía, tal y como subraya Abel, tiene implicaciones para los estudios espaciales como son precisamente las geografías feministas y queer, que tratan de comprender cómo las identidades sociales y, en definitiva, los espacios se coproducen. Resumidamente, identifica dos problemas principales. Por un lado, el problema que podríamos llamar del vacío, en tanto que su teoría no proporciona un contexto específico en el que ocurra la performatividad, lo que dificulta aún más su aplicación a este tipo de estudios. Y, por otro lado, subraya que la primera acepción de agencia como espontánea contradice los estudios geográficos en los que los sujetos oprimidos son conscientes de sus prácticas contrahegemónicas.
Ante este problema, la ponente propone una definición de carácter geográfico o topológico de la performatividad, donde los procesos de repetición y transgresión de normas estén situados en contextos específicos. Asimismo, sugiere redefinir la agencia como parcialmente autoconsciente y autónoma, pero no completamente soberana, alineándola con lo que los estudios geográficos han demostrado acerca de las luchas territoriales y de resistencia social.
En síntesis, Abel construye un análisis profundo que busca ajustar la teoría butleriana para hacerla más útil en los estudios del espacio y, en definitiva, de las identidades queer en contextos específicos.A lo largo de la historia, la marginalización y discriminación de determinados sujetos, como son las mujeres, en favorecimiento de un sistema concreto, como es el capitalista patriarcal, ha sido una constante. Sin embargo, violencias como la especista y capacitista, han sido tratadas a menudo como problemáticas separadas, lo que supone que no se reconozca que compartan una raíz común en la construcción social de ese “Otro” al que se entiende que hay que dominar y al que, en consecuencia, se le niega por completo su agencia. Es en este punto en el que Amanda Briones Marrero, desde una perspectiva feminista e interseccional, reflexiona sobre las conexiones entre ambos tipos de opresiones. Para ello, recurre a la obra de la activista y artista Sunaura Taylor con el objetivo de problematizar la construcción social de la discapacidad y demostrar sus relaciones con el especismo.
A través de su análisis, Amanda profundiza en esa intersección entre capacitismo y especismo, demostrando que ambas violencias comparten una misma lógica deshumanizadora. Es la normalización e imposición de un modelo hegemónico, tremendamente androcéntrico, antropocéntrico y capacitista, lo que provoca que se castigue tanto a personas discapacitadas como a la propia especie animal. Precisamente, el discurso dominante, al apelar a que estos cuerpos se salen de la norma, trata de legitimar que se oprima a este tipo de sujetos.
Sunaura Taylor, quien nació con artrogriposis, vive este tipo de tratamientos denigrantes en sus propias carnes, puesto que su cuerpo es excluido y oprimido al no ser normativo. Asimismo, en su caso, se percibe un tipo de violencia incluso más profunda al ser discriminada no solo como persona con discapacidad sino también como mujer, de ahí la importancia del concepto de interseccionalidad. Desde esa perspectiva, el trabajo de Taylor explora cómo históricamente se ha relacionado a la discapacidad y a la animalidad en un sentido tremendamente especista con el fin de instrumentalizar y establecer jerarquías en detrimento de las mujeres, las personas discapacitadas y racializadas, los animales no humanos, etc. Por estas mismas razones, tal y como subraya Amanda, la obra de Sunaura Taylor sirve como puente a través del cual podemos reflexionar sobre la intersección entre ambas opresiones en nuestro intento por desafiar el paradigma tradicional de la normatividad y, en definitiva, de la deshumanización de la otredad.
Tanto a los animales como a las personas discapacitadas se les ha despojado de su agencia y de su derecho a una vida digna bajo este tipo de intentos de justificación por parte del sistema, pues tal y como evidencia la ponente, la construcción histórica de la discapacidad responde a un modelo que trata de definir qué cuerpos han de ser entendidos como válidos, cuáles no, y en consecuencia quiénes han de ser marginados e incluso oprimidos.
Así, nos damos cuenta de que esta ponencia no solo revela una crítica profunda a este tipo de violencias, sino que desmantela un sistema de opresión en el que se entrelazan no solamente el especismo y el capacitismo, sino también la explotación de las mujeres y, en definitiva, la construcción de lo humano en términos totalmente excluyentes. En conclusión, ante esta tremenda situación, hemos de abogar por acabar con las dicotomías entre lo humano y lo no humano, lo válido y lo no válido, lo racional y lo emocional, etc., reconociendo de una vez por todas que, al fin y al cabo, nuestras luchas no son tan distintas, por lo que hemos de unirnos con el fin de afrontar este tipo de injusticias que tanto compartimos.
El pasado miércoles 16 de octubre tuvo lugar en la Sala de Juntas del Edificio Departamental de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Oviedo un acto sobre los derechos de la mujer en Irán y Afganistán, en colaboración con Amnistía Internacional Asturias y con nuestra asociación.
Al inicio, se proyectó el cortometraje Jina, dirigido por Emilia Pluskota, que fue creado en 2023, en respuesta al trágico fallecimiento de Jina Mahsa Amini después de su detención. Tras este hecho, se produjeron en Irán protestas masivas contra la opresión del régimen con la utilización del lema “Mujer, vida, libertad”.
En dicho cortometraje, se presentan diversos testimonios de mujeres iraníes que comparten experiencias íntimas de lo que supone vivir bajo el régimen de la República Islámica. Todas esas mujeres poseen un anhelo común, la libertad para Irán, y aunque su entorno sea muy adverso, no dejan de albergar esperanzas de un futuro mejor.
En este acto, se contó con la presencia de una mujer iraní que brindó la oportunidad a los presentes de acercarse a una realidad a la que quizás nos cuesta mirar de alguna forma que no sea sombría.
El régimen islámico lleva mucho tiempo arrebatando la identidad, la vida y la libertad de muchas mujeres, puesto que estos valores brillan por su ausencia en su cultura. Siempre se ha tratado de una estructura sumamente opresiva que considera a las mujeres de su pertenencia, por lo que trata de imponerles todo, sin poder ejercer su voluntad y propagando la idea de que, en caso de desobediencia, estas irán al infierno.
Tal y como se remarcó, estas estrictas normas están tan interiorizadas en esa sociedad que prácticamente nadie se pregunta por los motivos que explican por qué siguen arraigadas, por ejemplo, las razones que ofrecen con el fin de justificar que las mujeres deban llevar velo, que los hombres y mujeres tengan que estar separados en mezquitas, colegios y otros espacios públicos o que las mujeres ni siquiera puedan utilizar bicicletas o patinar para “no llamar la atención” de los hombres.
Debido a esta fuerte imposición por la sociedad desde la niñez, se tiende a normalizar y a reproducir el comportamiento de la mayoría, sin cuestionarse verdaderamente la moral de estas prácticas.
Por otro lado, tal y como se comentó “La policía y el asesino son lo mismo”, pues la cruda realidad es que te disparan muy fácilmente, te detienen si no llevas el velo o si lo llevas mal colocado, te golpean e incluso te violan. Basta con ver la gran cantidad de casos que ha habido y que sigue habiendo, aunque, desgraciadamente, solo conocemos una pequeña parte.
El carácter fenomenológico de su discurso es muy revelador, pues, aunque en un primer momento pueda parecer solamente una experiencia de vida individual, aun así, va más allá en tanto que logra conectar con el resto de las experiencias de las mujeres iraníes.
No obstante, afortunadamente esa oscuridad en la que muchas mujeres habitaban está empezando a cambiar. Cada vez más, mujeres de todas las edades e incluso hombres, han salido a la calle, jugándose literalmente la vida, con el fin de cambiar la situación.
Vale la pena luchar por lo realmente importante para que, en el futuro, Irán sea un país libre y seguro, en el que todas las mujeres puedan ser lo que quieran ser, sin necesidad de abandonar sus raíces.
En 43 años ninguna mujer había ganado tanta libertad, esperanza y, en definitiva, ganas de vivir. Todas, incluso las que no vivimos en Irán queremos un país en el que las mujeres no sean masacradas, un Irán en el que los hombres del régimen se marchen para no volver, un Irán en el que las parejas LGBTIQ+ no se tengan que esconder por su orientación sexual… Por lo tanto, queremos un Irán en el que los métodos de tortura, asesinatos, violaciones y, en suma, la violencia y el miedo desaparezcan para dar paso a un país que cuide la libertad y vida de sus habitantes.
Con el paso del tiempo y la lucha, surgirá un nuevo sol bajo el que vivirán todas estas mujeres, por lo que se debe mostrar una gran gratitud por todo lo que están haciendo.
Tal vez son muchas las personas que se preguntan de qué forma pueden ayudar a las mujeres iraníes, cómo pueden potenciar su lucha; a esta cuestión respondió la joven iraní resaltando la importancia de que sean otras personas quienes hablen por ellas, por todas aquellas que no pueden alzar la voz porque, de hacerlo, tendrían que enfrentarse a consecuencias muy dolorosas e incluso podría llegar a costarles la propia vida.
En definitiva, visibilizar lo que está pasando, desde nuestro país, e intentar acabar con los prejuicios con los que vemos a Irán desde Occidente, es una tarea necesaria que no solo ayuda a dar voz a estas mujeres que siempre han sido silenciadas, sino que también propicia que nos demos cuenta de que evidentemente se trata de una situación no deseada. No obstante, pase lo que pase, hasta entonces, solo nos queda gritar hasta la saciedad: “Mujer, vida y libertad”.
En la ponencia titulada Responsabilidad del relato histórico filosófico que formó parte del curso abierto “LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA ES UNA HISTORIA DE VIOLENCIA DE GÉNERO Y DE RESISTENCIA” celebrado en julio de 2024 y disponible en el canal de YouTube: Filósofas en la Historia, José Antonio Méndez Sanz y Noelia Bueno Gómez mantuvieron un diálogo en torno a esta cuestión. Ambos fueron conscientes de la necesidad de revisar los criterios clásicos utilizados para la construcción de la historia de la filosofía; cuando se examina atentamente el relato transmitido es posible observar no solo las exclusiones de las pensadoras en las obras de referencia que reúnen el saber humano, sino también la ausencia del pensamiento no occidental.
En nuestro tiempo, debemos estar dispuestos a replantearnos el contenido del canon, sentir inquietud por el proceso histórico y sistemático a través del cual se conformó este en lugar de darlo por supuesto sin indagar en él; esto supone una ardua tarea porque conlleva repensar las nociones tanto de historia como de filosofía, pero no es imposible de realizar. Desde el entendimiento de la filosofía como una agencia y no tan solo como un mero concepto se puede llevar a cabo este reto; no debe olvidarse que esta disciplina no solo se encuentra vinculada a la teoría, también lo está a la praxis y, por eso, desde la misma se pueden generar cambios tangibles.
Como señalan José Antonio Méndez Sanz y Noelia Bueno Gómez la constitución de la filosofía occidental se basa en decisiones y la filosofía occidental, en tanto posición determinada, es una posición violenta debido a que se liga a una estructura patriarcal. Por ello, resulta clave dedicar esfuerzos a la labor de una revisión de la violencia que rompa con tal idea y dé paso a un cambio en la forma de hacer la historia.
Resulta muy común escuchar que la filosofía se dedica solo a lo universal, sin embargo, tal afirmación es errónea porque esta disciplina se ocupa de la realidad y para dar cuenta de ella, no se limita a teorizar acerca de lo universal, también considera lo particular. Noelia Bueno Gómez remarca a este respecto que la filosofía integra la experiencia vivida y reflexiona a partir de ella, aunque generalmente se crea que solo la literatura se encarga de hacerlo. Resulta valioso detenerse a apreciar y explorar cómo se expresa todo aquello que generalmente está contenido a través de géneros que no son literarios.
En la pretensión de recuperar a las mujeres olvidadas por el canon, cabe tenerse presente que no es suficiente con incluirlas, hay que prestar atención a las temáticas tratadas por las filósofas y no solo interesarse por lo que pensaban, sino también por los modos en que decidieron expresarse mostrando así que no hay una única vía de trasmisión de ideas filosóficas y que no todas las expresiones están ni tienen que estar regladas.
Con respecto a las preguntas filosóficas que puede suscitarnos la ausencia de las mujeres en el canon filosófico, se plantea, entre otras, la cuestión de por qué no hablaron aquellas que no hablaron; en particular, considero llamativo lo comentado acerca de la elocuencia del silencio; desde el silencio, también se comunica y quizás incluso más que mediante el empleo de las palabras, pues, en determinados contextos, este puede poseer un profundo significado, aunque para captarlo las personas debamos estar dispuestas a reconocer el saber a partir del silencio.
Nuestro vivir hoy se desenvuelve en un camino marcado por múltiples posibilidades, en un mundo en el que hay un mayor reconocimiento de las luchas concretas de los cuerpos, de la riqueza de la diferencia y donde ya se formulan preguntas sin que se presupongan las respuestas de estas; en nuestras manos está entonces realizar un buen aprovechamiento de todo aquello que tenemos al alcance, llenar cada página en blanco y reescribir el relato de un modo que sea justo para cómo ha sido y es la realidad.
En definitiva, José Antonio Méndez Sanz y Noelia Bueno Gómez muestran que no se ha de imponer la historia de la filosofía que ha sido trasmitida tradicionalmente como la historia necesaria y estimulan al oyente a explorar los territorios y contribuir a la creación de otras historias de la filosofía que no estén marcadas por la violencia.